Como sabemos, las presiones juegan un papel preponderante en el deportista de alto rendimiento, quien en muchas ocasiones, busca superarse a partir de la obtención del éxito, sobre todo del inmediato. El uso del doping aparece como una errónea alternativa de solución mágica que involucra no solo al deportista sino también a su entorno.
En la actualidad prácticamente han desparecido los casos en que los deportistas acudían al doping solitariamente.
Por otra parte los trastornos de este accionar no solo repercuten negativamente en el deportista, sino también en el resto del equipo, del cuerpo técnico, de la Institución, de la familia y del grupo de pares.
Cuando se requiere tratamiento médico con alguna sustancia que pueda aumentar el rendimiento del atleta, también es considerado doping. El deportista recurre a los medicamentos para estimularse o sedarse, aumentar o disminuir su peso, aumentar su masa muscular y su fuerza, su capacidad cardíaca, concentración, calmar la fatiga, incluso la provocada por su entrenamiento. En definitiva, para obtener el triunfo con el menor esfuerzo.
Lamentablemente el riesgo más temido suele ser la sanción disciplinaria que corresponde si llegara a ser descubierto su accionar; en lugar de pensar los posibles perjuicios psicológicos o físicos que pueden acarrear esta conducta.
La conducta del doping queda (por decirlo de algún modo) "inscripta" como una "solución" ante determinado tipo de presión, ya que si alguna vez fue efectiva, generalmente es muy probable que tienda a repetirse ante la presencia de cualquier otro elemento estresante, sustitutivo del primero, que lleve similar carga emocional.
Otro posible perjuicio, más allá de lo físico, y de este orden, es el introducir en el psiquismo un tipo de conducta que podría generar alguna dependencia psicológica y transformarse en un camino apto para una futura adicción.
Las drogas se usan para corregir problemas de sueño, estados de ansiedad, para aumentar o disminuir el apetito, etc. Muchas personas creen que cualquier problema o condición puede ser resuelta por las drogas.
Son muchas las resistencias que brinda una familia cuando decide enfrentar el problema de la adicción de alguno de sus miembros, generalmente se reparten o adjudican culpas como caramelos.
Pero los que estamos en el tema sabemos que no es ese el camino para encontrar la solución, y que no existen "culpables", ni la dirección es descubrir "al culpable". Sabemos que el problema de la adicción en un individuo no es culpa de nadie, ni siquiera de él mismo, y que los mecanismos terapéuticos que se emplearán para su rehabilitación lejos están de señalar con el dedo a alguien o de iniciar una cacería de culpables.
Con relación al entorno que se genera en una actitud de doping, ocurre algo muy similar. Nuestro trabajo no es indicar o señalar quién tiene la culpa, o quién tiene que cargar con toda la responsabilidad.
Pensar que la solución ante un resultado de doping positivo es solamente la sanción disciplinaria, es un pensamiento obsoleto a esta altura de la ciencia deportiva. Generalmente este es el primer pensamiento, "qué sanción le corresponde", y esta idea barre absolutamente con todos los aspectos que podrían verse para intentar modificar una conducta de doping, ya sea a partir de una intervención adecuada no solo desde la búsqueda de la solución del problema, sino también desde el aspecto preventivo que la situación amerita.
Extracto de reportaje al Lic. Alejandro Sosa. Fuente: EF Deportes
No hay comentarios:
Publicar un comentario