jueves, 18 de agosto de 2011

Educar para prevenir adicciones (Parte 2)

Joan Montoriol, educador social que participa en la escuela de padres de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos de Catalunya (Fapac), explica que cuando se dan charlas en colegios e institutos son ante una gran variedad de familias. “Hay padres que fuman porros y otros que no saben ni qué son. Pero, en general, hay mucha desorientación”, dice. En las charlas, a los padres se les ayuda a asumir que no pueden controlar ni prever todo, y que la adolescencia es una etapa de rebeldía, con lo que es probable que sus hijos prueben el alcohol o el cannabis en un momento u otro.

“Lo mejor –agrega Montoriol– es educar a los hijos en la responsabilidad, para que sepan gestionar una situación de riesgo. Si no, se cae en dinámicas internas de la familia que no son sanas, como padres que, literalmente, espían a sus hijos”.

La información que den los padres a los hijos debe estar adaptada a su edad y a sus necesidades. Belén Pardo aconseja: “Hay que darles una información objetiva, sin exageraciones, sin mentiras y sin centrarse en los aspectos negativos, es mejor hacer hincapié en los beneficios del no consumo, resaltando aspectos sociales y psicológicos”.

El libro El diario amarillo de Carlota, de Gemma Lienas (editorial Destino), parte de la premisa de que antes de tomar cualquier decisión, sea sobre drogas, sexualidad o sobre las relaciones personales, es necesario tener cuanta más información mejor, para poder sopesar pros y contras.

Se insiste en que la confianza se gana; si los padres quieren recoger una cosecha de confianza mutua en la adolescencia, que es la edad en que no se quiere explicar todo, antes deben sembrar un ambiente de diálogo en la infancia. Si el niño se siente escuchado y comprendido, cuando de adolescente tenga una duda o un problema, acudirá a los padres, aseguran los profesionales.

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