lunes, 7 de noviembre de 2011

La oculta adicción a los tranquilizantes

El simple acto de ingerir a diario una pastilla puede ser el comienzo de un camino de adicción

El estrés, la ansiedad, y los diversos problemas de la vida diaria pueden llevar de manera indiscriminada a algunas mujeres a abusar de ciertos medicamentos, ya que creen que es la única forma que tienen para enfrentar el día, sin medir sus riesgos.

El simple acto de ingerir a diario una pastilla puede ser el comienzo de un camino de adicción que resulta difícil terminar, ya que nos explica la psiquiatra de la Clínica Alemana, Vanessa Cantillano, el riesgo ocurre cuando se utilizan dosis más altas de las indicadas o se mantienen por un tiempo más prolongado.

“Su uso bajo prescripción y controlado por un médico es seguro, pero es especialmente riesgosa la automedicación o el uso conjunto con otros compuestos sedantes como  el alcohol. En estos casos las personas están expuestas a efectos adversos como sedación excesiva o caídas. Además, que está el riesgo de que se pueda generar una dependencia a estos compuestos”, indica.

Por lo tanto, para evitar esa situación, la especialista aconseja la suspensión supervisada por un médico, porque si se realiza de manera brusca puede producir síntomas molestos, entre ellos el rebote de la sintomatología ansiosa.

La docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Socorro Cordeiro, nos acota que este tipo de adicciones pueden presentar síntomas como insomnio, irritabilidad, alteración del ánimo hacia el desánimo. Y en algunos casos,  puede haber síntomas somáticos como temblor, palpitaciones, vértigo, sudoración o espasmos musculares.

En general los síntomas ansiosos son un alerta a que algo en la vida no va bien, frecuentemente por problemas en la forma de enfrentar los desafíos laborales y las  relaciones.

Finalmente en cuanto a cifras,  la especialista nos acota que el año 2008, un estudio de CONACE indicó que un 3% de la población en Chile usa tranquilizante sin prescripción médica. Por otro lado, un estudio poblacional en Santiago de ese mismo periodo  encontró una prevalencia anual en el uso de psicofármacos de 31,4%,  siendo mayor en mujeres que en hombres.

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