Vanessa* se dio cuenta de que era adicta al sexo apenas un
año después de su fiesta de quince. Lo dice con la voz firme y cálida de una
jovencita risaraldense que recién cumplió 21 años.
La suya es una historia similar a la de quien -de la mano
del alcohol o de la droga- ya visitó el infierno. Una adicción que la aisló.
Ese comportamiento sexual impulsivo, o hipersexualidad, ha
sido históricamente una de las adicciones menos conocidas que, sin embargo,
puede estar poniéndose en la mira de las entidades psiquiátricas del mundo.
En parte, dice la Sociedad para la Promoción de la Salud Sexual en
Estados Unidos (SASH, por sus iniciales en inglés), porque las nuevas
tecnologías suponen un acercamiento con lo que precisamente debe estar lejos de
un adicto al sexo: la fantasía, la objetizacion, la anonimidad y las imágenes
sexuales.
Esa misma entidad dio a conocer hace una semana que más de 9
millones de personas padecen la adicción en ese país. La noticia se da cuando
el mundo todavía no olvida escándalos como el de Michael Douglas, Bill Clinton
o Tiger Woods.
La hipersexualidad, de la que se habla como 'satiriasis' en
los hombres y 'ninfomanía' en las mujeres, no es considerada una enfermedad por
la Organización
Mundial de la
Salud (OMS).
Cuando estaba por cumplir 18 años decidió ir al psicólogo,
que descartó un problema neurológico y empezó a tratar con medicamentos lo que
consideró un problema hormonal. Luego, le recetó un tratamiento con fármacos
para controlar la ansiedad. El problema no solo persistió, sino que empeoró.
Adictos coinciden en que el material pornográfico, la
mayoría consumido por Internet, sí es una puerta de entrada, los expertos
aseguran que la web no crea adictos, por lo menos no al sexo.
"El uso frecuente y compulsivo de consumo de
pornografía puede -más bien- demostrar un factor de riesgo, un indicador de un
posible desarrollo de la adicción. Pero ver porno no es en sí mismo un motivo
para desarrollar ese comportamiento compulsivo", dice Constanza Londoño,
psicóloga experta en adicciones del Colegio Colombiano de Psicólogos.
Y es que las soluciones pueden ser muchas y venir de
diferentes partes, dice Ramiro Luján, fundador de la asociación Vértigo, en
España, y de la
Fundación Adicciones, en Medellín. "La adicción al sexo
se da por enormes vacíos afectivos, existenciales. Tratas de llenarte de
complacencia sexual.
El adicto al sexo tiene que entender que lo que está
haciendo es buscando la olla de oro al final del arco iris. Nunca va a tener
suficiente placer, por más que lo busque. Lo que conseguirá, sin duda, es
autodestruirse.
* Nombre cambiado
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